Powered By Blogger

viernes, 27 de julio de 2012

DE PASEO

                             
                                                 "Gente menuda" camino del recreo

jueves, 26 de julio de 2012

CUESTIÓN DE TALANTE


Una vez más el carril bici es fuente inagotable de experiencias y en este caso lo es de uno de esos  encuentros imprevistos que estimulan el caletre. En plena fase de pedaleo en torno a mi personal circuito de seiscientos metros y, a punto de completar mi tercera vuelta, oigo una voz que me espeta al paso:
«¡Oye!, ¡ayúdame!»
Alarmado por la inesperada petición, echo mano inmediata a loos frenos de la bicicleta, que chirrían escandalosamente, y me detengo. Al instante, la misma voz que me ha demandado ayuda vocea otra exclamación, en este caso para que prosiga mi carrera:
«¡Sigue, sigue, sólo es que me das envidia!».
Sigo pedaleando sorprendido y la mosca de la oreja me empieza a funcionar; el origen de la voz está sentado en uno de los bancos que, de tramo en tramo, bordean el carril. Es un hombre mayor atrapado en un corpachón, con la tez tostada y la mirada triste. El segundo es mas joven, de menos carnes y con una mirada más alegre. Ambos se acompañan de sendas muletas y se sientan en los dos extremos del banco. Completo la segunda vuelta y decido echar una parladilla con ambos.
De nuevo, el primero insiste en que no pase ante ellos porque le doy envidia en cada pasada. Él ha sido un permanente usuario de la bicicleta que ahora está abandonada en el trastero de casa. Según parece, le obligo a mirarme como a un reclamo imposible. Son las rodillas condenadas las que le impiden, no ya montar en bicicleta, ni siquiera caminar con la soltura que siempre lo ha hecho. Y termina su intervención con la frase lapidaria de quién, a sus propios ojos, ha sido y ahora no es: «¡Ya no sirvo para nada!» remata.
Echo mano del recetario universal de la lógica para rechazar su pesadumbre y le animo a descubrir las muchas cosas que se pueden hacer con muletas o, incluso, amarrado a una silla de ruedas. Probablemente piensa que es fácil torear desde la barrera y por ello insiste en su denostada incapacidad.  
«De momento usted y yo estamos manteniendo una intensa conversación y eso demuestra que su mente lúcida le permite hacer otras valoraciones y tirar «p’alante» como le confirma  su compañero de asiento:
«Yo llevo toda mi vida amarrado a estas muletas y todavía no he renunciado a nada». Incluso de mozo ahora tengo sesenta y seis años, jamás dejé de acudir al baile para danzar ayudado de muletas. De manera que mi situación se ha convertido en algo tan normal que jamás he pensado en cómo podía ser mi vida sin estos monaguillos…»
«Además», remato yo, no dudo que en su familia, a pesar de las limitaciones, usted es imprescindible y ha de gozar del cariño de los suyos porque deduzco que hasta que sus rodillas se le han rebelado, algo habrá hecho por ellos…»
«Mucho, muchísimo…», se anima, «tan fuerte y poderoso me sentía que jamás pensé en la posibilidad de verme inválido al final de mi vida de trabajador incansable. Tengo ochenta y dos años y, además de sentirme inútil, no creo que el futuro me depare muchas alegrías…»
«Perdone que le contradiga, pero hay demasiadas cosas en la vida para que una mente como la suya se pierda en pesares, insisto. Busque usted y descubrirá que hay muchas cosas por hacer y disfrutar y su gente le ayudará a conseguirlas» le digo con el mejor de mis propósitos.
El hombre esboza un gesto ambiguo y permanece callado con la mirada perdida.
Ha sido un breve encuentro pero apasionante porque tal parece que su incapacidad es muy reciente y sin duda necesitará tiempo para asumir el reto de seguir ilusionado con el vivir.
Y yo, después de despedirme de ambos, sigo en mi cuarta vuelta. En la quinta, ambos dan por terminada su mañana a la sombra y se van con mi adiós… 



sábado, 21 de julio de 2012

UN CAN CIVILIZADO

El carril bici depara toda suerte de experiencias con la presencia multirracial de cánidos que frecuentan las márgenes del río y sus aledaños.

Sin duda que ya es más que evidente mi afición por los canes, fundamentalmente como observador, y que ello me convierte en defensor de su dignidad y, en esta ocasión, además, en admirador de su solidaridad ecológica.

Precisamente el día en que se dilucidaba la final de la Eurocopa, un ventarrón con augurios de victoria sopló sobre toda la masa forestal que inunda Burgos. Tan fuerte ventolera provocó el desprendimiento de ramas, algunas de las cuales cayeron sobre el carril bici impidiendo el normal discurrir de ciclistas y otros atletas empeñados en aliviar la carga del tejido adiposo.


Pues bien, el hombre caminaba con su perro y conocida la capacidad del can para colaborar en cualquier propuesta que el dueño le hiciera iba a ser asumida sin remilgos por el animal, le mostró una de estas ramas caídas que el perro cargó sin dilación sujetándola entre sus mandíbulas para depositarla lejos del carril.

domingo, 15 de julio de 2012

LOBO





Hoy he conocido a “Lobo”, uno de esos perros especialmente inteligentes y bien adiestrados para buscar personas atrapadas entre escombros, perdidas en la maleza, cubiertas por un peligroso alud de nieves o en cualquier espacio peligrosamente alterado por cualquier catástrofe.

Caminaba yo de regreso a casa después de mi diario pedalear, y en contra de la experiencia habitual de canes en tiempo de solaz, ―sin otra tarea que la de husmear la popa de congéneres o gruñir a cualquier invasor de su supuesto territorio―,  «Lobo» estaba en plena actuación de sus diarios ejercicios prácticos realizados con exquisita precisión. Su cuidador, persona amable con la que he conversado a propósito de las habilidades caninas de su “alumno”, me ha contado el por qué de las habilidades del can. Tanto su condición de adiestrador como la del grupo de compañeros que trabajan con estos animales, son fieles al propósito de mantenerlos prestos para cualquier situación de peligro o desastre que requiera una acción inmediata.

Le he pedido permiso para fotografiar al perro y éste ha posado para mí como si se tratara de una más de sus habilidades. Su mirada inteligente parecía comprender el propósito de incluirle en mi colección de experiencias caninas, así que, sentado sobre las patas traseras y con la mirada limpia de quien comprende, ha permanecido en absoluta quietud y ha prestado su imagen con singular elegancia. Después, entre saltos, olfateos y recorridos impecables sobre pequeñas rutas preestablecidas, ha mostrado hasta que punto era dueño de su voluntad y diestro en el dominio de los recursos aprendidos. Ha sido una experiencia breve pero especialmente intensa que me ha recordado una singular anécdota ocurrida entre cazadores.
Comentaban en tertulia que algunos perros son más inteligentes que el mismo amo. Y uno de los presentes, cazador convicto y fervoroso, aprovechó para corroborar que eso le sucedía  a él con el suyo.
Bendita simpleza que confirma la especial relación de amistad ente hombres y cánidos, remacho yo, después de la experiencia matutina vivida.


viernes, 13 de julio de 2012

LAS RANAS DEL VENA


Las ranas

El río Vena burgalés ha recuperado la alegría. Probablemente suene a exageración semejante aserto considerando su sereno discurrir, nada caudaloso, camino del más generoso Arlanzón. Pero mi testimonio para confirmar la alegría del río tiene que ver con la fauna que alberga y en particular las ranas. Años atrás, hubo un grupo nostálgico de personas reclamando cualquier solución que repoblara los ríos de la ciudad con estos batracios. Incluso era patente la desolación al comprobar que prácticamente habían desaparecido de los tres ríos que discurren por los cauces urbanos y se barajaban toda suerte de razones del por qué de la ausencia de tan nostálgico croar. Se disparaban dardos contra el progreso que enturbia y contamina las aguas y hasta se culpaba a los insaciables ánades que, cuencas arriba y abajo, no parecen saciar nunca el apetito. Quizá los minúsculos renacuajos formen parte de su dieta, se decía, y ello se suponía que era una de las causas posibles de la desaparición. 

Pues bien, este año, avanzada la primavera burgalesa, se pudo escuchar un tímido e insólito croar que auguraba lo que ya hoy es una hermosa realidad a lo largo del cauce del Vena. Situadas en sucesivos tramos del río, hay ya alegres comparsas de ranas que, «…a través del canto, reconocen a las de su misma especie, advierten la presencia de depredadores y defienden sus recursos. Incluso, es con el croar del macho que la hembra identifica si tiene buena condición física, es grande o posee territorios de alta calidad, atributos que pueden definir la selección de pareja».

Así que, tras este despertar de los batracios unido al arrullo de las palomas en busca de pareja, el canto de los pajarillos revoloteando de rama en rama, los ladridos de complacencia de los canes en libertad y el sereno discurrir de las aguas del río, el pedalear sobre el carril bici resulta especialmente placentero. Es una excelente fórmula para serenar la mente y huir durante un par de horas de los sobresaltos del telediario y otras congojas paralelas.

¡Bienvenidas las ranas al Vena!